jueves, 17 de julio de 2008

MATRIMONIO Y ESPEJO

Aquí von las imágenes de las que habla Martía Amalia en su comentario a la entrada "Haciendo Borges". Hay un análisis muy interesante de Foucault sobre "La Meninas" de Velázquez, que también incluye una visión especular.


Gabriela



6 comentarios:

Ana Tamagno dijo...

El miércoles María Amalia comentó en clase su planteo respecto del tema de los espejos. Esto me hizo recordar un trabajo muy interesante de Umberto Eco: "De los espejos y otros ensayos". Lamentablemente no tengo el libro. Esto tratando de conseguirlo. En su momento me lo prestaron pero perdí contacto con la persona que lo tenía. Aprovecho para decirles que si alguno lo tiene o puede conseguir, lo lea... y ¡después que me lo preste! :-)
Busqué bastante en la web pero no pude encontrar ningún .pdf; lo que sí encontré es lo que transcribo al final, parte de un trabajo muy bueno -a mi entender- que pueden leer completo en el siguiente link:

http://www.um.es/tonosdigital/znum10/secciones/corp-tertius.htm

A continuación les dejo el fragmento. Oh, casualidad, otra vez van a encontrar a Borges y a Eco relacionados.

Una postdata: en su primera novela, "El nombre de la rosa" Eco recurre a dos figuras borgeanas. Por un lado, una alusión a Funes, el memorioso. No recuerdo textualmente, pero dice algo así como "esto me lo refierión un erudito que recordaba los índices y todo en detalle...". Luego, la figura del espejo, que hoy nos convoca en torno al planteo de María Amalia. Recordemos que en esta misma novela la biblioteca de la abadía no sólo era un laberinto construido mediante simetrías y duplicaciones, cuyo fin era confundir, marear, y asfixiar al que entraba allí, llevándolo incluso a la muerte (descripción ésta relacionada con Borges); sino que también al final del laberinto se encuentran con un espejo, inmediatamente asociable con Borges.

Ahora si, el dichoso y prometido fragmento, sobre todo interesante para los chicos de semiótica:


Humberto Eco en su ensayo “De los espejos”, pone en relación los “fenómenos especulares” con los “fenómenos semiósicos”, en un planteamiento que trata de demostrar que los fenómenos especulares no son semiósicos (porque las imágenes especulares no son signos.)
Por “fenómenos semiósicos” entiende los procesos en los que participan un signo, su objeto y su interpretación. Los signos que intervienen en todo proceso semiósico tienen unas características determinadas que los definen como tales. Eco utiliza para definirlos la teoría elaborada por los estoicos por considerarla “la primera y más completa” (Es, 26).
La característica esencial que define a un signo como tal para los estoicos, es la de tener que ser “antecedente” revelador de un “consecuente” (Es, 26); esto es, que se de una relación lógica de implicación donde el “consecuente” (Es, 26) sea de alguna u otra forma causante lógico de su “antecedente”, sin que sea necesaria la existencia de una relación cronológica entre ellos.
Por “fenómenos especulares” entiende Eco aquellos que son producidos por los espejos, donde intervienen el reflejo, su objeto y el espejo que refleja la imagen. Eco nos explica la fenomenología de los espejos, cómo funcionan y cómo debemos nosotros usarlos, la llamada “pragmática del espejo” (Es, 17). Articula su explicación partiendo de que los espejos son “designadores rígidos” (Es, 22).
Este término lo toma Eco de Kripke, que lo acuñó para referirse a aquellos nombres o descripciones que designan un objeto, “designan su extensión rígidamente” y una vez tiene lugar lo que Kripke llama “bautismo hipotético” no pueden desvincularse de su referente. (Sentido, 24)
Otra característica que Eco atribuye a los espejos es la de funcionar como “prótesis”. En este caso el espejo sería la prótesis del ojo humano, porque puede captar el estímulo visual con la misma precisión como lo haría el ojo, allí incluso o quizás especialmente donde el ojo no puede llegar, extendiendo por tanto su radio de acción, así como ampliando sus funciones, creando efectos magnificadores o reductores.
Los espejos pueden ser por tanto intrusivos o extensivos, además de tener la mágica especificidad de permitir que nos veamos tal y como los demás nos ven. Como prótesis los espejos son canales, ya que son transmisores de información. Eco también nos proporciona una clasificación de los distintos tipos de espejos según sus propiedades y los distintos reflejos que pueden proporcionar según el caso. Distingue entre los espejos de superficie plana y los de superficie curva (que a su vez puede ser convexa y cóncava), los espejos deformantes, los ahumados, los espejos que “congelan” la imagen, etc.
Sirviéndose de la teoría que los estoicos elaboraron del signo y partiendo de los espejos como designadores rígidos, establece una comparación entre el signo y el espejo, demostrando que las características definitorias del signo no pueden ser aplicadas a los espejos.
Por otro lado el análisis de la fenomenología especular lleva a Eco a establecer casos en los que las imágenes especulares pueden interpretarse como semiósicas o incluso situaciones en las que un espejo puede utilizarse efectivamente para producir situaciones semiósicas.
Expondré brevemente estos casos que serán cruciales en este trabajo por lo que tiene de análisis de lo semiósico en lo especular.
En primer lugar Eco considera que los espejos como prótesis, es decir, como aparatos que hacen las veces de un órgano, extendiendo su radio de acción, son canales y en este sentido pueden de varias formas simular funciones semiósicas.
Por ejemplo, cuando consideramos un espejo como síntoma de una presencia que en ese momento no podemos ver, pero que el espejo es capaz de reflejar, se da un componente interpretativo que puede revestir funciones semiósicas, que no obstante tienen que ver con el uso que se hace del canal y no con el mensaje en sí, que por su naturaleza sigue siendo ininterpretable, porque los espejos reflejan la realidad tal cual ésta es.
Otra situación se da cuando el espejo se presta a provocar engaños perceptivos, tales como hacernos creer que estamos ante un objeto real que es en realidad imagen especular. En este caso, como en el anterior, tampoco estamos ante un fenómeno semiótico tal y como lo venimos entendiendo, sino que la percepción errónea de la imagen especular puede revestir principios interpretativos que son ajenos a la imagen especular en sí misma.
También es posible la manipulación del canal, es decir, la mentira en torno a los espejos, creando un fenómeno semiósico mediante la simulación de un fenómeno especular. Y por último, el espejo puede en ocasiones imponer procesos interpretativos, por ejemplo si consideramos la imagen de un espejo fragmentado que tenemos que reconstruir para recuperar la imagen reflejada y determinar su referente.
Estos son los casos en los que sin serlo, las imágenes especulares pueden parecer signos. Además existen casos en que los espejos por su específica naturaleza, pueden dar lugar a respuestas interpretativas que los convierten en una especie de fenómeno semiótico. Ocurre por ejemplo con los espejos deformantes, que pueden ampliar y deformar la función del órgano originando funciones alucinatorias.
Las distintas actitudes que pueden generar este tipo de espejos determinan en cierta medida el tipo de fenómeno a considerar, siendo el olvidar el referente para fantasear sobre el contenido, lo que les daría su principal carácter de semiósico.
Otro caso interesante es lo que Eco llama “puesta en escena procatróptica” (Es, 31), gracias al cual se pueden crear ilusiones de realidad. Partimos de que el espejo tiene la propiedad de encuadrar, es decir, podemos jugar con la posición de los espejos seleccionando aquello que queremos reflejar en una suerte de artificio artístico. Por tanto se puede producir una maniobra de espejos a modo de montaje que origine una situación semiósica auténtica, creando artificios encuadrantes con un sentido determinado.

Disculpen lo extenso, preferí citarlo textualmente por miedo a que en mi ignorancia suprimiera alguna cosa importante.

Cariños a todos!

Ana

Anónimo dijo...

Jorge Luis Borges es uno de los autores en cuya obra se repiten siempre los mismos temas: el tiempo, la ciudad y el arrabal, la ceguera, el espejo, la biblioteca, la enciclopedia, la utopía, la muerte, el laberinto, etc.
Le recomiendo leer el ensayo “Borges y yo”, y el cuento “El otro” del libro “El libro de la arena”.
La búsqueda de sí mismo es constante; el desdoblamiento del yo está directamente relacionado con el motivo del espejo. Borges, en una entrevista, reveló de sí mismo que, muy a menudo, le persiguen pesadillas nocturnas sobre laberintos, el escribir y los espejos. El espejo crea la imagen de nuestro doble, del doble que nos quita los movimientos, los ademanes, la expresión y roba parte de nuestro yo.
Sin embargo, al mismo tiempo, este doble no puede existir sin nosotros. Está unido con nosotros como la sombra. El doble como tal significa que dos representaciones del único personaje existen en un mundo posible.
En el cuento «El otro» de El libro de arena, el viejo Borges habla con su joven doble. Para el análisis se debe volver a Borges y su yo. ¿Por qué el espejo es para él tan fascinante? Porque forma frontera entre dos mundos posibles, entre el mundo real y el mundo de la ficción, el mundo detrás del espejo, o mejor dicho, en el espejo.

Anónimo dijo...

yo no se, quizas sea una estupidez pero, el espejo que esta detras de El Matrimonio Arnolfini no reflñeja al pintor... ¿estará roto o será un detalle nomás?
Mario .)

Anónimo dijo...

es mas, hay algo como un sacerdote... Mª amalia ¿¿??

Anónimo dijo...

hay que ser muy observador... pero es una monja.
Pablo

Anónimo dijo...

Es un Sacerdote y alrededor del cuadro esta pintada la pasion de cristo, es alegoria de la fe.-