domingo, 3 de agosto de 2008

LA HISTORIA DE LAS COSAS


Me pareció un video sensacional para pensar muchas cosas y por eso lo incorporé a la barra de video. Aunque estemos de vacaciones...


Gabriela

2 comentarios:

Ana Tamagno dijo...

¡Muy bueno! Hay que hacerlo correr. Es tan claro que cualquiera puede entenderlo.
No sé qué les parece, pero ¿notaron que los documentales -especialmente los que tienen que ver con medio ambiente y recursos- son cada vez más didácticos? Ya no emplean lenguaje rebuscado, me parece a mi, como los que iniciaron el movimiento, ni tecnicismos que sólo unos pocos eran capaces de entender. Esto es fantástico, porque redunda en que el mensaje transmitido llegue a una mayor cantidad de gente; pero habla mal de nuestro entendimiento, y lo que es peor: de nuestras ganas e interés por aprender.
Nada es casual. Somos todos responsables.

Recomiendo, vinculados al tema:

- "La penúltima hora", producida y narrada por Leonardo Dicaprio (una cara linda de actor que vende muy bien el producto ampliando aún más el público receptor);
- "Una verdad incómoda", el documental de Al Gore (mucho menos lindo que Dicaprio y un poco más técnico). Es el documental que le valió el Nobel de la Paz en 2007 y una mirada muy fea de Bush;
- "Die zie geist", dividido en tres partes, trata sobre la religión, el atentado a las Torres Gemelas, y el sistema financiero. Me gustó el planteo, más allá de que por momentos meten una suerte de stand up que me pareció inapropiado; pero, bueno, al público en general el stand up le gusta y mete dinámica a un producto que dura dos horas y se hace largo de ver. Yo, sugiero verlo por partes, para pensar mejor en cada tema en particular.

Traten de verlos. El último se baja completo, fácilmente, sólo tipeen el nombre en google.

¡Cariños para todos!

Ana Tamagno dijo...

Hola, Gabriela: Encontré este artículo y me pareció interesante. Te mando el link y, por las dudas, lo transcribo. Hubiera sido mejor enviártelo vía mail y no como comment, pero no puedo entrar a mi cuenta. Fijate si te interesa para subirlo al blog.
En realidad, estaba buscando otro artículo de la misma autora que salió publicado en Revista Ñ este último sábado, y me topé con este.
El que quería recomendarles es sobre las prácticas del lenguaje. Si lo encuentro se los mando.

Lo que sigue abajo es el link del artículo que les decía y la nota completa.

Un abrazo,

Ana


http://www.clarin.com/diario/2008/05/21/opinion/o-02301.htm

¿A la escuela le importa la escritura de sus docentes?

Existe escasa estimulación, cuando no desdén o boicot, para que maestros y profesores desarrollen textos con riqueza y claridad en beneficio propio y de sus alumnos.
Por: Angela Pradelli
Fuente: ESCRITORA Y DOCENTE, PREMIO CLARIN DE NOVELA


Hace apenas unos días, en la Feria del Libro, se llevó a cabo la entrega de premios del concurso literario organizado por la Dirección General de Escuelas, cuya convocatoria estuvo dirigida a los docentes escritores de la provincia de Buenos Aires.


Que las autoridades bonaerenses promuevan la escritura de sus maestros y profesores y que los premien por eso es un signo social que reconforta y que las escuelas deberían apoyar con gestos claros y concretos.


Hace algunos años, al entrar en una sala de profesores encontré en la cartelera las bases de un certamen literario para docentes que organizaba la Municipalidad de Lomas de Zamora. Por ese entonces yo no había publicado. Esa mañana, terminé de dar clases y fui a copiar las bases para presentarme al concurso. Pero el papel ya no estaba sobre la cartelera. "No te preocupes", le dije a la secretaria que estaba indignada porque alguien había retirado la información. "Por algo será". "Sí —me dijo ella que tenía una madre poeta—, es porque a nadie le interesa que las docentes escriban". Después de dos días de búsqueda, la secretaria recuperó el folleto con las bases. Alguien lo había apilado junto con viejos papeles ya inútiles, en un gesto nada inocente de cercenar la posibilidad de que la escritura de los docentes empezara a circular y fuera valorada. "Eso sí —me dijo—, ahora te presentás". Así que fue justamente en una escuela donde yo recibí por parte de aquella secretaria y también de la directora el primer empujón que necesitamos los escritores cuando todavía no hemos mostrado nunca nuestros textos.


Pero ni la publicación de los libros ni el ingreso al mundo editorial me empujaron a dejar la cátedra. Por eso duele escuchar la pregunta de por qué sigue una escritora enseñando en las escuelas secundarias. La inquietud revela una construcción social: la noción de que la escritura y la docencia son dos prácticas que no conviven. Y la idea también de que la escuela es un lugar del que hay que irse lo antes posible. Son pocos los que entienden que la escritura, como una savia que corre por vasos comunicantes, alimenta también la cátedra.


La escritura es un instrumento con el que construimos pensamiento y es también el vehículo para que las ideas se liberen de prejuicios, se aclaren, se enriquezcan, se ahonden.


Es la escuela la primera responsable de enseñar a escribir y garantizar en las aulas las prácticas de la escritura. Imaginemos un país en el que maestros y profesores sean verdaderos productores de textos, escribas eficaces que tomen la palabra y construyan textos de circulación social. En la realidad diaria, no sólo estamos lejos de alcanzar ese estado sino que, aun peor, en algunas escuelas las autoridades se envalentonan en su propia mediocridad y menoscaban la práctica de la escritura.


Convengamos también que tampoco abundan estos concursos y que es una rareza que los organismos oficiales los convoquen.


¿No es en la escuela acaso donde deberíamos entrenarnos todos, alumnos, maestros y profesores, como escribas eficaces de textos que argumenten con solidez, que describan con precisión, que expliquen con claridad y que narren historias con soltura y pericia? ¿No debería la escuela ser ella misma una usina verdadera e inagotable de textos?


Sin embargo, y decir esto también es un dolor, algunas instituciones se empeñan en negar tanto la importancia de la escritura como la necesidad básica de convertir las escuelas en verdaderas canteras de escritores. Conozco de cerca la situación de los docentes cuestionados en sus escuelas por intervenir con sus escrituras en los espacios sociales. Son instituciones incapaces del diálogo propio de sociedades democráticas y, necias a aceptar ideas distintas a las suyas, pretenden ejercer la censura de otras voces.


Entre sus funciones más importantes los directivos deberían priorizar la promoción de la escritura en sus comunidades educativas y la preocupación por alcanzar un nivel de excelencia en la escritura institucional.


Pero estamos tan lejos de eso. A cambio tengo una colección cada vez más completa de textos redactados por directivos que avergüenzan por su prosa, tan defectuosa y desarticulada que hasta los mismos alumnos, estudiantes del secundario, detectan los errores. Son escrituras que ponen en relieve el grado de ignorancia respecto al lenguaje de quienes deberían ser los primeros en asesorarnos en el uso de la palabra.


A fines de febrero de 2008 los miembros del jurado nos reunimos en La Plata para elegir a los docentes ganadores. Allí, el licenciado Rafael Gagliano, miembro del Consejo General, se refirió a este concurso como un acto educativo. Resaltemos esa definición tan acertada. Creamos en esa verdad. El sueño de los que queremos una escuela mejor sería que en este acto educativo nos involucráramos todos: el Ministerio de Educación, la Dirección General de Escuelas, los maestros y profesores, los inspectores, los directivos. Organizar concursos de escritura, difundirlos, estimular su participación y presentarse los docentes con sus obras serán caminos posibles para elevar el nivel de escritura de los maestros y profesores.


Trabajemos para que en la docencia se escriba cada vez más y mejor, y que las obras desborden los certámenes. Para ello, los organizadores tendrán que superar los obstáculos que ponen aquellos que dentro de las escuelas se empeñan a diario en hacer abortar las propuestas superadoras y liquidan su responsabilidad de difusores y motivadores colgando la información en una cartelera, seguros tal vez de que la delgadez del alfiler sostendrá por poco tiempo esa convocatoria que pronto hará aumentar la pila de papeles que se archivan.